Economía mundial

Incertidumbre es la norma. Europa parece enrumbarse, y enseguida vienen malas noticias de retroceso, en un entorno humanamente impactante y penoso de desesperada migración y terrorismo. Italia parece intentar su propia crisis bancaria, como reflejo de la mundial de hace ocho años. Grecia ha dejado la primera plana (es muy sano), pero sigue en su infinita negociación con la troika. España ha hecho grandes esfuerzos económicos (aunque una parte del manejo fiscal sigue en fiesta), pero está en un gran rollo político (segunda elección legislativa en seis meses para encontrar una mayoría sana). Y se ha escogido un director de orquesta inadecuado, el Banco Central, como si imprimir más dinero e imponer tasas de interés negativas (¿extraño no?) pudiera llevar a las sociedades por buen camino. En el fondo se ha perdido la brújula de la civilización occidental europea (reacciones y antirreacciones ante la ola migratoria son, entre tantas, señales penosas).
Estados Unidos y su extraña campaña presidencial en la que el peligroso Donald Trump (siempre las banderas de xenofobia y proteccionismo son peligrosas) acaba de eliminar a sus adversarios republicanos y ahora va contra Hillary Clinton. La economía camina entre una eventual recesión, y algo más de una tímida recuperación más probable. Pero los mercados han caído también en el error de mirar en exceso al Banco Central y su eventual ajuste de intereses.
China intenta ordenar sus excesos impuestos por el Gobierno: ciudades fantasmas, inversiones inútiles, montaña de créditos de mala calidad, enfrentando también la demografía negativa que ya se le viene, mientras las empresas chinas luchan por alcanzar niveles de competitividad global. Está en duda el modelo autoritario y centralizado, basado supuestamente en meritocracia. Japón sí es el primer gran país que enfrenta una caída efectiva de su población, lo cual requiere de ajustes económicos, sociales y políticos muy complejos (hay muy poca experiencia mundial al respecto), y se ha caído también en la trampa de poner al Banco Central en primera línea. Sin mucho ruido, India camina y camina.
¿América Latina? Venezuela es otro desastre más del socialismo, un populismo gravemente destructor. Brasil, envuelto en su intento por recuperar la ética pública, que ojalá le abra un nuevo sendero. Argentina, deshaciendo y poniendo orden en el desastre kirchnerista (por suerte, Ecuador está protegido por la dolarización de un desastre mayor), seguimos cayendo en los tramposos ciclos de despilfarro y ajuste.
Como trasfondo, hay una batalla entre tipos de cambio (todos quieren debilitar el suyo) y fuera de pantallas, una batalla también más escondida por el oro, como refugio monetario.
En el fondo lo más grave es que se ha vuelto a creer en la magia del dinero, manipularlo para resolver problemas reales, cuando lo único que sirve en esencia es ahorro, inversión, innovación y productividad. Por suerte, detrás del velo macroeconómico hay una enorme creatividad en el mundo, cada día surgen nuevos bienes y servicios, con o sin fines de lucro, muchos de los cuales resuelven problemas reales de la vida diaria. Ese es el gran potencial humano. (O)

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