El atípico banquero que triunfa con un banco sin bonos
Ni él, ni la institución bancaria que dirige, se ajustan a los modelos tradicionales.
Para empezar, este director ejecutivo de las operaciones del Handelsbanken en Reino Unido, no recibe un bono anual.
Su institución tampoco ha sido multada por alentar a sus empleados a promocionar productos inapropiados.
Y, a diferencia de muchos directores de entidades bancarias de alto nivel, más motivados por las ganancias a corto plazo que por la lealtad corporativa, Bouvin trabaja para esta empresa sueca desde hace 28 años.
Además, como detalle, este hombre de 55 años es simpatizante del club de fútbol del oeste de Londres Queens Park Rangers, un equipo deportivo que despierta una pasión difícil de entender en un sueco que pasó los primeros años de su vida en Zimbabue.
Personaje exótico
El padre de Bouvin fue cónsul honorario de Suecia en la República de Rodesia (la excolonia británica que hoy es Zimbabue) y director de una mina de asbestos.
De su infancia, Bouvin recuerda el paisaje de la sabana salpicado de espejos de agua a donde iban a beber antílopes, cebras y leones, o cuando peleaba con su hermano, ambos armados con trozos de amianto, o cuando rinocerontes furiosos corrían detrás del auto familiar.
Pero esta etapa llegó a un final abrupto cuando la familia se mudó a Suecia en 1968.
El contraste entre el formalismo rígido de Rodesia y el liberalismo de Malmo en los años 60 era extremo, dice Bouvin.
"Suecia era un sitio bueno para mí. Tenía libertad total después de mis días en la escuela de niños (de Zimbabue). Como sueco que no hablaba sueco, yo era un personaje bastante exótico"
"Suecia era un sitio bueno para mí. Tenía libertad total en comparación con mis días en la escuela de niños (de Zimbabue)", añade. "Como sueco que no hablaba sueco, yo era un personaje bastante exótico".
Sin embargo aprendió el idioma rápidamente y se adaptó, y se destacó prontamente por sus habilidades académicas.
"Al principio quería ser diplomático", explica. "Pero luego me di cuenta de que me interesaban los negocios y la macroeconomía".
Se graduó en Economía en la Universidad de Lund, en Suecia, y luego pasó dos años en Francia, en la Sorbona en Reins y en la Universidad de Montpellier.
"Increíblemente aburrido"
Handelsbanken fue la primera compañía a la que Bouvin se presentó en busca de empleo en 1985.
"En ese momento no tenía idea del modelo de negocio del banco, pero estaba emocionado porque me habían ofrecido un trabajo", recuerda.
Pronto se dio cuenta de que había tenido la suerte de aterrizar en una compañía "cuyos valores coincidían totalmente con los míos", dice.
Estos valores -que se centran en los objetivos a largo plazo, y una filosofía de la descentralización que puede encapsularse en el eslogan "la sucursal es el banco"- parecen demasiado buenos para ser ciertos hoy día, cuando la realidad de las entidades bancarias está marcada por las multas, las crisis de deuda y la tercerización de los servicios al cliente.
Los grandes bancos, de acuerdo a la narrativa popular, fueron los principales responsables de la crisis de deuda global, debido a sus inversiones imprudentes en bonos respaldados por hipotecas de alto riesgo.
Los críticos llamaron a estas instituciones "bancos casino", a los que acusaron de abandonar las antiguas prácticas prudentes de los bancos tradicionales.
Sin embargo, Handelsbanken se mantuvo por fuera de esta tendencia, y su balance de cuentas fue tan correcto como para sacarles una sonrisa a los reguladores de la banca europea.
Incluso uno de sus accionistas institucionales describió al grupo como "increíblemente aburrido".
Crecimiento orgánico
Bouvin argumenta que el éxito del grupo -cuyas ganancias globales después de impuestos en los primeros nueve meses de 2013 alcanzaron los US$1.600 millones- se debe a que el banco apuesta por la supremacía de la atención al cliente y defiende el localismo.
El banco confía en que el gerente de la sucursal sea prudente a la hora de otorgar préstamos y tome decisiones respecto a sus inversiones basándose en las relaciones personales con sus clientes.
"Trabajar en la red de sucursales fue lo mejor que hice en mi vida", señala Bouvin. "Yo florecí construyendo relaciones con los clientes, y tener el poder para satisfacerlos es maravilloso".
Este empoderamiento local -la antítesis de la automatización bancaria de hoy día- es una parte central de la filosofía de Handelsbanken, planteada por primera vez en 1970, por el entonces director Jan Wallander.
Wallander persuadió a sus accionistas de que sus intereses se beneficiarían más a largo plazo si el banco crecía de manera orgánica, utilizando las ganancias -y no las deudas- para financiar la apertura de nuevas sucursales.
¿Mercadeo? ¿Para qué?
El banco casi no hace campañas de mercadeo porque, como dice Bouvin, "nuestros clientes no se sienten mejor por leer el nombre de su banco en la camiseta de un equipo de fútbol o en el espacio publicitario de un autobús".
"Muchos bancos han tenido que absorber pérdidas enormes y se han visto obligados a reducirse para arreglar sus cuentas y hay evidencia contundente de que las empresas pequeñas y medianas están sufriendo el impacto de esta situación."
Esta postura reduce los gastos y aumenta las ganancias.
En Handelsebanken devolver parte de las ganancias a los empleados de larga data es un elemento clave. Si el banco supera la rentabilidad promedio de sus pares, las ganancias excedentes van a un fondo común que se distribuye entre el personal.
Sólo pueden recibir estos beneficios acumulados cuando llegan a los 60 años. La idea detrás de esta política es estimular la planificación a largo plazo y la lealtad.
Algunos empleados con muchos años de antigüedad reciben pagos que rondan los US$2,3 millones, explica Bouvin.
Banco en expansión
Con 169 sucursales en Reino Unido -la sede central del banco está situada en Londres- la operación del Handelsbanken en suelo británico está creciendo a su ritmo más veloz en cinco años.
Bouvin dice que se están expandiendo para responder a la demanda, pese a que sus rivales más grandes están en la situación contraria.
"Muchos bancos han tenido que absorber pérdidas enormes y se han visto obligados a reducirse para arreglar sus cuentas y hay evidencia contundente de que las empresas pequeñas y medianas están sufriendo el impacto de esta situación. Es muy triste", comenta.
Bouvin no pierde la calma. Cuando no está mirando los partidos de su equipo favorito junto a su hijo, se dedica a la cocina experimental. "Soy el cliente favorito de mi pescadería", dice.
Y tras su apariencia tranquila y ordenada, aún queda un destello de su pasión por la vida salvaje y en contacto con la naturaleza. Cuando regresa a Suecia no hay nada que disfrute más que cazar urogallos en el bosque y disfrutar de la vida al aire libre.