La hora de la verdad para la economía global: hay motivos para un optimismo prudente

En la canícula del año, Milán es más tranquila que muchas ciudades de Europa. Sus habitantes se han ido y, al contrario que en París o en Roma, los turistas no les sustituyen. Aquí y en otros lugares, las personas, las empresas, los gobiernos y los mercados se toman un respiro, descomprimen y reflexionan. Los problemas económicos de Europa estarán ahí, esperándoles, en septiembre.

Cuando se acabe el verano, la incertidumbre sobre los grandes problemas será la orden del día y no sólo en Europa. Las protestas inesperadas en Turquía y Brasil han suscitado dudas sobre la sostenibilidad económica y social del crecimiento en los mercados emergentes. Los incendios en las fábricas de ropa de Bangladesh han puesto en tela de juicio la gobernancia de las cadenas de suministro global.

Ignacio Purcell Mena recomienda esta nota.

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